La
Dieta Epigenética
Estamos en la era
genómica. Cada día descubrimos más acerca de cómo las enfermedades vienen
descritas en nuestro genoma. Hoy día se están haciendo grandes avances en el
campo de la genética: conocemos el efecto que tienen las variaciones genéticas
en cada uno de los locus involucrados en el metabolismo de las grasas, etc.
Dentro de pocos años, al nacer, nos entregarán un chip con nuestra información
heredada: sabremos que tendencia a contraer determinadas enfermedades. Pero en
genoma humano es sensible al entorno nutricional: nosotros mediante nuestra
alimentación y hábitos de vida podemos conseguir que aquello que hemos heredado
no se manifieste!
En efecto, los
nutrientes regulan los genes. La nutrigenética es una nueva ciencia que estudia
las interacciones funcionales entre los
alimentos y sus componentes , con el genoma del individuo. Así como la respuesta
distinta de los individuos a la dieta. En función de su polimorfismo, puede que
una persona con colesterol, responda bien a una dieta hipocolesterolémica y
otra no. Es objetivo de la nutrigenética el hacer recomendaciones
específicas para obtener el máximo
beneficio de la dieta pautada de modo individualizado para un individuo según
su polimorfismo genético, es decir, tendemos a una nutrición personalizada, que
va a evitar que se manifiesten determinadas patologías aunque estén escritas en
nuestros genes.
La nutrigenómica es
una ciencia que nace para estudiar los mecanismos moleculares y celulares que
explican la distinta respuesta a la dieta por parte de los individuos, debido a
variaciones en el genoma.
Sabemos que los
nutrientes modulan la expresión de los genes. La nutrigenómica tiene como
objetivo analizar cómo los nutrientes y otros componentes químicos de la dieta
modifican la expresión de los genes y participan interaccionando con ellos.
Pero los
investigadores se han dado cuenta que no basta con conocer la secuencia de
genes de un organismo para entender cómo funciona. Hace falta saber también
cómo funcionan los genes y qué les hace que funcionen de esta manera. Pues el
ser humano es una mezcla de genes y ambiente. No sólo la dieta sino las
emociones, el entorno, los estímulos intelectuales, los hábitos tóxicos y los
hábitos saludables acaban influyendo más que los genes en nuestro organismo. Ni
siquiera los clones, genéticamente idénticos, acaban siendo iguales,
dependiendo de los factores ambientales que hayan rodeado a cada uno.
Es por eso, que una
buena noticia se nos presenta: no te preocupes tanto de tus genes, preocúpate
de que éstos no se manifiesten. Por ello nace otra nueva ciencia: “la
epigenética” o el más allá de la genética. Según Manel Esteller (director del
laboratorio de epigenética del centro nacional de investigaciones oncológicas
CNIO) nuestros genes pueden cambiar con el ambiente. Nuestros genes tienen “marcas
bioquímicas” que no son genéticas, pero que determinan su desarrollo: son
marcas epigenéticas. Algunas alteraciones epigenéticas son buenas, y otras
tienen un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad. Una de estas
alteraciones epigenéticas es “la metilación”. El 90% de cáncer de mama no es
hereditario. Las pacientes no han nacido con una mutción genética, sino que un
gen clave en el cáncer de mama está incorrectamente metilado. En todos los
tumores hay un componente genético y otro epigenético, según Esteller. Salvo en
casos como el tabaco, no es fácil establecer una relación entre agentes
ambientales como la dieta y la epigenética. Pero sí es una certeza que hay
alimentos que influyen en la epigenética.
La epigenética se
ocupa de los patrones hereditarios de la expresión de los genes que se
mantienen estables y que suceden sin que haya cambios en la secuencia de ADN.
Los principales cambios en el patrón epigenético son: la metilación del ADN y
la diferente organización de las histonas. Hay evidencias de que la metilación
del genoma varía según los tejidos, los individuos o las condiciones de
enfermedad en adultos, y se ha visto que la desorganización de la impronta
genómica está relacionada con diferentes enfermedades en adultos como la
obesidad y el síndrome metabólico.
Se ha visto que estas alteraciones
epigenéticas pueden ser debidas a la dieta anterior al desarrollo uterino, al
ambiente intrauterino y a la alimentación materna durante el embarazo, así como
a las características de la alimentación peri y pos natal. Cada vez que se avanza
en el conocimiento de la influencia de alimentación en el estado epigenético
del genoma y sus repercusiones fenotípicas es posible ir conociendo mejor las
posibles causas de obesidad y diseñar nuevas estrategias para su prevención.
La importancia de
la epigenética en la alimentación es tal, que si un individuo está predispuesto
genéticamente a desarrollar cierta enfermedad y realiza cambios adecuados en la
dieta, estamos actuando de modo epigenéticamente positivo evitando o atenuando
la enfermedad. De la misma manera que si la dieta es inapropiada, la influencia
epigenética negativa actuaría desencadenando o agravando la enfermedad. Los
genes no determinan si vas a enfermar, sólo son responsables de la predisposición.
La activación se dichos genes se debe a entre otras cosas, marcadores
epigenéticos como la alimentación.
Estos marcadores
epigenéticos actúan de tres maneras: metilando el ADN, modificando las histonas
o mediante la impronta genómica.
Sabemos que un
momento clave en la epigenética en el momento del embarazo, de modo que una
malnutrición durante la vida intrauterina va a dar consecuencias en la salud de
los hijos: mayor incidencia de cálculos renales, HTA, aumento de colesterol,
mayor incidencia de cáncer de mama...
Un bajo peso al
nacer también va a traer más riegos de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedad
cardiovascular. Todas ellas son enfermedades del adulto programadas por el
medio ambiente.
La epigenética confiere memoria a las células.
Loa alimentos que consumimos a diario pueden afectar a nuestros genes.
Hoy ya sabemos
algunos alimentos anticáncer como el té
verde (7) (8), cuyas sustancias ricas en epigalocatequinagalato (EGCG) y
otros polifenoles presentes en cantidades farmacológicamente significativas en
el té verde y en el té negro aunque en
cantidades menores para combatir el
mieloma múltiple y algunos linfomas al inducir la apoptósis mediante la
inhibición de la activación del proteasoma (inactivan un gen que favorece el
cáncer).
Otro alimento de la
Dieta Epigenética es el brécol y las verduras
crucíferas (7)(8). Este grupo está constituido por el brócoli, coles de Bruselas, col blanca y roja (col lombarda)
y repollo. Contienen selenio, vitamina C
y glucosilonatos que cuando se hidrolizan
en el colon por la flora microbiana producen una serie de productos: isotiocianatos,
indoles, sulfurafanos e indol carbinol que poseen propiedades quimiopreventivas
que se asocian con la inhibición de
carcinógenos. El contenido de glucosinolatos
en los repollos de Bruselas (237 mg/100 g) es cuatro veces superior que el
contenido en el brócoli (62 mg/100 g), coles blancas o rojas (65 mg/g) y seis
veces superior que el contenido en el coliflor (43 mg/g). Por el contrario, el contenido en sulfurafanos
es mucho mayor en el brócoli que en otras crucíferas. Se ha observado que el
consumo de estas verduras en animales de experimentación inhibe la acción de carcinógenos
producidos por el consumo de tabaco como la
metil-nitrosamina, butanone e
hidrocarburos aromáticos heterocíclicos. Los sulfurafanos son los responsables del efecto
protector (desintoxicación) que presentan las verduras crucíferas contra las
sustancias carcinógenas. Los sulfurafanos presentan también efectos directos contra
las células cancerosas a través de su
destrucción o al inducirles apoptosis (suicidio inducido).
Estos efectos se han
observado en células de cáncer de colon, próstata y de leucemia linfoblástica
aguda. En otros estudios se han observado resultados espectaculares en modelos
animales de cáncer de pulmón y esófago. Los sulfurafanos poseen además
propiedades bactericidas contra Helicobacter pylori que como se ha demostrado
recientemente es una de las causas en el desarrollo del cáncer de estómago. Los
sulfurafanos son los isotiocianatos con mayor potencial anticáncer y por extensión
el brócoli es uno de los alimentos más importantes en la prevención del cáncer
a través de la dieta. También existen evidencias que las verduras crucíferas
poseen un importante papel en la protección contra el cáncer de mama, vejiga,
colon, próstata, páncreas y testículo.
Actúan frenando el
crecimiento tumoral y produciendo apoptosis (suicidio inducido de las células
cancerosas). Estudios epidemiológicos ofrecen evidencias que el consumo de vegetales
crucíferos protege contra el cáncer más eficazmente que el consumo total de frutas
y verduras. Mas del 70% de los isocianatos presentes en las verduras crucíferas
se eliminan por la orina en las primeras 12 horas tras la ingesta.
En un estudio que
analizó 252 casos con cáncer de vejiga
desarrollados en una población de 47.909 profesionales de la salud durante un
período de 10 años, se observó que los individuos que consumían 5 o más
servicios de verduras crucíferas (particularmente brócoli y repollo) cada
semana presentaban un riesgo de desarrollar cáncer que era la mitad que el de
los individuos que comían uno o menos servicios cada semana. El mismo efecto se observó en las mujeres con
cáncer de mama. El consumo de estos vegetales se asoció también con menor
riesgo de desarrollar otros cánceres como el de pulmón, colon, recto, próstata
y estómago. En un estudio se observó que el consumo de tres o más servicios de
verduras crucíferas cada semana era más efectivo que el tomate para prevenir la
aparición de cáncer de próstata. Además, el consumo de tres o cuatro servicios
de brócoli es suficiente para proteger a los individuos contra la aparición de
pólipos de colon, que son importantes precursores del cáncer de colon.
Estos alimentos
pueden conservarse en nevera hasta 7 días sin que se altere su contenido en glucosilonatos. Si se hierven en
abundante agua, se pierde el 56% de losglucosilonatos
en los primeros 2 minutos, mientras que si se hierven entre 8 y 12 minutos el
contenido de glucosilonatos cae un 70%. En cambio si se cocinan al vapor, en
microondas a baja potencia o fritos no se altera el contenido de glucosilonatos.
Igualmente, cuando
se cocinan al vapor, se incrementa el contenido de beta-caroteno, alfa-gamma
tocoferol comparado con el contenido del
brócoli fresco. Durante el proceso de fritado, la vitamina C y los derivados fenólicos del brócoli, se afectan mucho
más que los glucosilonatos y minerales; a
menos que se friten con aceite de oliva virgen en cuyo caso no se altera el
contenido de vitamina C. La conservación de glucosilonatos es independiente del
tipo de aceite utilizado al fritarlos. El proceso de congelación también reduce
en gran medida, el contenido de
glucosilonatos en las verduras
crucíferas.
El zumo de granada es otro alimento
anticáncer (7)(8). Se utiliza desde hace miles de años en la medicina persa. Posee propiedades antioxidantes
y antiinflamatorias, que han sido confirmadas en estudios experimentales en
cáncer de próstata y en cáncer de mama. En cultivos celulares de cáncer de
mama, se observó apoptosis (suicidio inducido) de las células malignas cuando
se utilizaba extracto de granada y soja por separado, mientras que cuando se combinaban, el tratamiento era más
efectivo. El jugo fermentado de granada libera más polifenoles que el zumo
fresco por lo que su efecto anticáncer
es mayor. La utilización de zumo de granada detiene el crecimiento de células
de cáncer de próstata y disminuye las cifras de PSA en suero el suero de
ratones a los que se les han implantado tumores de próstata. Recientemente se
ha demostrado que el extracto de zumo de granada inhibe la formación de nuevos
vasos sanguíneos (anti-angiogénesis) por el cáncer de próstata. Un estudio
realizado en pacientes con cáncer de próstata que habían fracasado al tratamiento
con cirugía o radioterapia y en los que se estaba elevando el PSA, el tratamiento
con 250 ml. de zumo de granada cada día produjo un enlentecimiento del crecimiento
tumoral demostrado por un incremento significativo del tiempo de duplicación
del PSA que era de 15 meses en los pacientes que no recibieron el zumo de granada,
mientras que en los pacientes que lo recibieron, el tiempo de duplicación del PSA
fue de 54 meses.
¿Cuál es la dieta ideal según la
epigenética?
La epigenética no propone un régimen especial ni estricto. Lo importante es contar con los nutrientes que pueden ayudar a nuestros genes y para esto, es necesario regresar a la alimentación natural. El ser humano cambió de manera drástica su alimentación en los últimos miles de años pero nuestros organismos no han evolucionado del mismo modo, por lo que la alimentación basada en productos no adecuados para nuestros genes produce numerosos efectos negativos en nuestra salud.
En el mundo occidental es prácticamente imposible satisfacer nuestras necesidades nutricionales de manera correcta. Está comprobado que el uso de químicos durante el cultivo tiene un gran efecto sobre nuestra salud. Asimismo, la higiene excesiva extermina bacterias saludables como las productoras de vitamina B12, una muy importante para el organismo. La elección de productos orgánicos, si bien un poco más caros que los tradicionales, es una pequeña ayuda a la calidad de los nutrientes recibidos.
La malnutrición no está relacionada exclusivamente con la falta de alimento, sino con una pobre incorporación de nutrientes. Muchas personas con obesidad no están bien nutridas, puesto que no saben cuáles son los nutrientes esenciales que necesita el organismo y cómo suministrarlos. Las frutas, verduras y otros alimentos naturales contienen componentes bioactivos que pueden ayudarnos a sanar a nuestros genes y mejorar nuestra información genética para nosotros y para las generaciones futuras.
Las vitaminas del grupo B, especialmente la B9 y B12, son esenciales en los procesos metabólicos del ADN. La vitamina D ha mostrado una gran importancia porque ayuda a prevenir la hipertensión, la esclerosis múltiple y algunos tipos de cáncer, asimismo, es muy útil en la estabilización de las moléculas de ADN.
Llevar una dieta equilibrada es el
principio de una vida (y una descendencia) más sana. La base de una
alimentación inteligente deben ser los productos naturales. Las frutas,
verduras, cereales integrales y un gran número de alimentos sin procesar son indispensables
en la alimentación diaria.
Incorporar legumbres y reducir al mínimo posible el consumo de lácteos y carnes ayuda a obtener proteínas y vitaminas de calidad, minimizando el consumo de grasas y otros problemas presentes en los productos de origen animal.
Algunos de los alimentos estrella, es decir, aquellos que siempre han de estar presentes en la mesa familiar son el brócoli, el aguacate, las mandarinas y las granadas. Las verduras de hojas verde oscuro son ricas en hierro y ácido fólico, los cereales integrales proporcionan vitaminas del grupo B, E y fibra.
El consumo de carnes, especialmente si son rojas, debe minimizarse y seleccionar cuidadosamente el tipo de carne. Es fundamental evitar los embutidos u otros productos procesados. El exceso de sal, el azúcar de mesa y las harinas blancas quitan nutrientes al organismo, por lo que pueden presentarse carencias aún con una alimentación sana. Lo mejor es evitarlos o reemplazarlos por otros más saludables, como la sal marina o de roca, los endulzantes naturales y los cereales integrales,respectivamente.
Una exposición al sol es suficiente para que nuestro organismo produzca los niveles necesarios de vitamina D. Con diez o quince minutos al día será suficiente para suplir las necesidades diarias.
Conclusiones
La famosa frase “Somos lo que comemos” adquiere un gran significado para la epigenética. No sólo somos lo que comemos, sino que nuestros hijos y nietos también serán según nuestra propia alimentación.
Si bien existen otros factores además de los nutricionales que pueden modificar el ADN, tenemos en nuestras manos una llave invaluable para reducir el riesgo de ciertas enfermedades en las generaciones futuras.
Incorporar legumbres y reducir al mínimo posible el consumo de lácteos y carnes ayuda a obtener proteínas y vitaminas de calidad, minimizando el consumo de grasas y otros problemas presentes en los productos de origen animal.
Algunos de los alimentos estrella, es decir, aquellos que siempre han de estar presentes en la mesa familiar son el brócoli, el aguacate, las mandarinas y las granadas. Las verduras de hojas verde oscuro son ricas en hierro y ácido fólico, los cereales integrales proporcionan vitaminas del grupo B, E y fibra.
El consumo de carnes, especialmente si son rojas, debe minimizarse y seleccionar cuidadosamente el tipo de carne. Es fundamental evitar los embutidos u otros productos procesados. El exceso de sal, el azúcar de mesa y las harinas blancas quitan nutrientes al organismo, por lo que pueden presentarse carencias aún con una alimentación sana. Lo mejor es evitarlos o reemplazarlos por otros más saludables, como la sal marina o de roca, los endulzantes naturales y los cereales integrales,respectivamente.
Una exposición al sol es suficiente para que nuestro organismo produzca los niveles necesarios de vitamina D. Con diez o quince minutos al día será suficiente para suplir las necesidades diarias.
Conclusiones
La famosa frase “Somos lo que comemos” adquiere un gran significado para la epigenética. No sólo somos lo que comemos, sino que nuestros hijos y nietos también serán según nuestra propia alimentación.
Si bien existen otros factores además de los nutricionales que pueden modificar el ADN, tenemos en nuestras manos una llave invaluable para reducir el riesgo de ciertas enfermedades en las generaciones futuras.
Aplicar la dieta epigenética dos meses
antes y hasta dos meses después de la concepción:
Existe la herencia
epigenética, el que los bebés nazcan en condiciones de climatología extrema,
por ejemplo, va a hacer que almacenen grasas en sus tejidos y arterias y tengan
mayor incidencia de infarto.
Las madres que sufren
vómitos extremos durante el embarazo, van a tener un déficit de ácido fólico y
Vit B12. Van a ser necesarios aportes extras en alimentos ricos en folatos como
las berenjenas y judías, que participan en la metilación y actividad genética.
Una dieta deficitaria en donadores de grupos metilo puede dar mayor incidencia
de enfermedad cardiovascular, cáncer, trastornos neuropsiquiátricos en el
futuro bebé. Así como complicaciones epigenéticas en el desarrollo fetal y
postnatal, mayor vulnerabilidad a la obesidad, Sdme. Metabólico, HTA, enfs. cardiovasculares
y diabetes tipo 2 en el futuro bebé.
La alimentación del recién
nacido también condiciona su futuro de salud. Sólo querría hacer un inciso en
el material de los biberones, hay que evitar que contengan Bisfenol A, ya que
pueden activar genes que deberían permanecer inactivos. Y van a acelerar el
paso a la pubertad en las niñas, ya que desprenden estrógenos sintéticos, lo
mismo que el recubrimiento interno de las latas de conservas.
Vemos pues cómo la
epigenética está al servicio de la prevención del cáncer. Cómo la medicina
Epigenética nos va a permitir tratar la enfermedad antes de que ésta se
manifieste. Y cómo en las próximas décadas el papel preventivo de esta medicina
de la mano de la “Nutrición epigenética” va a ser fundamental para hacer una
auténtica medicina preventiva.
(c) By Dra. Inma González.
Tel. 93 419 86 76