LA PONENTE
La ponente, invitada estrella del simposio, estaba
sentada en la primera fila de la sala. Habían sido dos jornadas interesantes,
como siempre, y tediosas, como de costumbre, en las que se había repasado de
arriba abajo todas las novedades y controversias sobre la medicina estética.
Desde los patrones glabelares en el tratamiento con toxina botulínica, hasta la
redefinición del óvalo facial mediante láser y bioplastia. Pasando por las
consabidas infiltraciones de ácido hialurónico, las nuevas pautas en micronutrición
o el papel de la radiofrecuencia para los tratamientos de reafirmación dérmica
en la celulitis.
El Ilustrísimo Decano del no menos Ilustre Colegio de
Médicos la estaba presentando. Un sesentón de aspecto aristocrático, cabello
atusado, voz impostada de fingida espontaneidad y aire de seductor del
Hollywood de los cuarenta.
- Nuestra compañera, la Doctora Lucía Carreño... O
simplemente Lu, como a mí me gusta llamarla, casi no necesita presentación. Es
perfectamente conocida por ustedes ya que, como líder de opinión y experta
reconocida, hace años que viene impartiendo sus ponencias en congresos
nacionales e internacionales. Ha publicado más de 150 trabajos de
investigación, cincuenta de ellos en las revistas de mayor impacto, y es
miembro honoraria de diversas universidades. Como todos ustedes saben es,
además, una magnífica comunicadora. Y los más jóvenes que no hayan podido tener
la ocasión de escucharla, podrán comprobarlo hoy. Su magisterio es el mejor
broche con el que podemos clausurar este exitoso simposio. Así que, sin más
preámbulos, tiene la palabra la Doctora Carreño. Adelante Lu...
La ponente se pone en pie. Lleva un vestido negro tan
ajustado que negocia con dificultad la subida de los escalones que dan acceso
al estrado. Da dos besos protocolarios al Decano y se sitúa detrás del atril.
La luz se difumina, inundando la sala en una semipenumbra que acentúa los
perfiles de la oradora. Un único foco resalta su cara angulada, la piel
satinada y un generoso escote que sugiere una invitación al desafío. Se quita
las gafas. Mira durante cinco segundos a su auditorio. Unos doscientos
compañeros de todas las edades y jerarquías. Mínimos murmullos.
- Queridos colegas, buenas tardes a todos. Quiero antes
de nada agradecer la amable invitación que me ha cursado el comité científico
del simposio para poder estar hoy aquí con todos vosotros…
Letanía tantas veces repetida, mientras el cerebro
disgregado se concentra en la que va a ser la primera diapositiva.
- Y las amables palabras que el Profesor Coll me ha
dirigido.
Hace una pausa.
- Hoy… no voy a utilizar diapositivas. El tema que se me
ha pedido que os presente es la atrofia vaginal y su tratamiento… No os voy a
exponer el tratamiento hormonal ni a mostraros imágenes de vaginas secas y resentidas.
Hoy...
Vuelve a detenerse otros segundos en silencio
contemplando al auditorio.
- Hoy voy de hablaros de la vagina como templo…
Silencio inquisitivo en la sala.
-Como bien sabéis la vagina es como un horno pirolítico…
Se limpia sola.
Cuchicheos apagados en la sala. Cesan cuando la ponente
hace otra pausa y reanuda sus palabras con un punto de serenidad y cadencia.
-En realidad
voy a daros consejos para que expliquéis a las más de 8 millones de mujeres
mayores de 50 años que viven en nuestro país dependiendo de llevar una adecuada
ITV para evitar que sus vaginas se sequen.
Remata con la mirada detenida
en los compañeros.
-Nuestra vagina es un templo
que hay que cuidar y venerar. La limpieza refrescante con aceites esenciales
debe formar parte de nuestra rutina higiénica. Nada más agradable que masajear
los labios con aceite de coco o de árbol de té una o dos veces al día... A modo
de buenos días y buenas noches.
Mientras habla, acompaña con
sus dedos índice y corazón el recorrido de una imaginaria vulva que parece acariciar.
Su seductor lenguaje no verbal sugiere la presión de unos labios, la caricia de
un clítoris, el deslizamiento en un ascenso lento hasta introducirse en el
fondo del templo que ha dibujado con suavidad en el aire.
-Antes de una cita podemos
hacerlo con aceite esencial de sándalo o de incienso... No sabéis la atracción
que provoca un templo que huela a espiritualidad...
Algunos compañeros cuchichean
entre ellos. Otros no pueden evitar un rictus de asombro.
-Debemos mantenerla en forma.
Para ello, nada mejor que las bolas de Kegel o el entrenador del suelo pélvico.
Son tan accesibles en una casa... En una mesilla de noche. Es nuestra misión
persuadir a las mujeres de la utilidad de la sexnology, del uso de la
tecnología para el placer. Acabar el día con un buen entrenamiento pélvico,
cambiando de intensidad y de programas, mientras elevas el suelo pélvico o,
como decimos las que practicamos yoga, cerrando el Muladhara, es un modo muy placentero
de provocar el relax nocturno.
-Y dejar respirar a la vagina
es otra de las medidas preventivas. Nada más excitante que caminar con un
vestido y sin ropa interior. Tanto como, por supuesto, dormir sin ella. Y
bañarse en el mar... con una total sensación de libertad.
Los compañeros varones la miran entre atónitos y divertidos.
Algunas colegas con un rictus de complicidad.
-Para mantener el pH y la
eubiosis de la vagina, hay que huir de las duchas vaginales. Que lo único que
la acaricie seas tú o tu compañer@, con o sin sextoys... lubricada por ti o por
aceites esenciales, antes y después del placer...
-Tócala, tócate... es el mejor
consejo para evitar que se seque. Lo que no se usa, se atrofia. La masturbación
la fortalece. Somos las que mejor sabemos cómo y dónde llegar al orgasmo. La
vida es demasiado corta. No nos privemos ni un sólo día del placer. La conexión
entre nosotras y nuestro sexo nos aporta energía vital creativa. Solo la mujer
que logra ser amante de su propia vagina, puede llegar a amar al mundo... La
cita no es mía sino de mi amiga, la Dra. Cristiane Northurp.
-Ah... Y si no sienten deseos
de tocarse, deben consultar a un profesional.
Lo más adecuado es realizar un perfil de neurotransmisores. Podemos
estar ante un déficit de serotonina, dopamina... o un exceso de
noradrenalina...
Media sonrisa al auditorio.
-Se me olvidó deciros que tengo un conflicto de
intereses. Hoy me solidarizo más que con la industria farmacéutica, para la
cual la menopausia y sus complicaciones es un filón, ya que sólo en EEUU unas seis
mil mujeres al día alcanzan la menopausia... Me solidarizo, digo, con todas
aquellas mujeres maduras, conocedoras de su cuerpo, diosas doradas o no, que se
permiten unos cuidados y que se aceptan como son. El amor hacia una misma nos
permite ser mujeres más brillantes, llenas de luz. El autoestímulo es el mejor tratamiento
preventivo de la atrofia vaginal. Además de permitir un autoconocimiento del yo
femenino, mantiene activos los tejidos que albergan el templo, allí donde una
vez daban acceso a óvulos, a la menstruación, a los ciclos lunares. Allí donde
los arquetipos femeninos danzan entre la niña y la diosa que juega a ser madre,
hechicera, amante o guerrera... La energía del Muladhara se transforma en esta
zona de la esencia femenina. Hay que tomar conciencia del cambio y
recanalizarla...
- Nada más. Muchas gracias por vuestra atención.
Segundos de aturdimiento entre el público. Algunos tibios
aplausos. Confusión generalizada.
La ponente baja del proscenio, subrayando sus contornos con
seducción y personalidad. Mientras desciende los escalones lanza una última
ojeada a los presentes. Un compañero, en el lateral de la tercera fila, le
guiña un ojo y hace ademán de mandarle un beso enardecido. Coll no sabe si
levantarse... Hoy no ha tomado Viagra pero nota una cierta tensión en la
entrepierna... Piensa que la ponente se ha vuelto loca...
By
Dra. Inma González
www.novadona.com
Interesantisimo. Me ha encantado Inma.
ResponderEliminarMuchas Gracias Gema!
Eliminar