Tratamiento de contractura musculares:
Contracturas musculares: la lesión del Siglo XXI
Introducción Hoy en día, ¿alguien sería capaz de decir
que no ha padecido dolor en alguna parte de su cuerpo? ¿Quién podría decir que
nunca ha sufrido una contractura muscular? Seguramente nadie respondería de
forma afirmativa a estas preguntas, o serían muy pocos aquellos que lo harían,
y es que las contracturas musculares junto con el estrés, se han convertido en
el mal del siglo en el que vivimos.
Una contractura es la contracción continuada e
involuntaria de un músculo y sus fibras. Mientras las fibras de un músculo
normal se contraen y se relajan, cuando aparece una contractura, todas o parte
de las fibras del músculo sufren una contracción involuntaria mantenida en el
tiempo.
Se manifiesta como un abultamiento, más o menos marcado
según la región anatómica, de la zona, que implica dolor y alteración del
funcionamiento normal del músculo. Esto impide que la sangre llegue a las
células musculares y se acumulen sustancias derivadas del metabolismo celular alterado,
lo que produce que se envíen señales al cerebro que manifiestan como dolor.
Las contracturas musculares suelen presentarse en
deportistas, en personas con musculatura débil y también en aquellos que llevan
cargas pesadas en desequilibrio. Otros factores desencadenantes son la fatiga,
la depresión, el estrés, un tono muscular deficitario, la hiperactividad con
tono muscular excesivo, los traumatismos y accidentes. Para evitar estas
contracturas, antes del esfuerzo se recomienda calentar, estirar e hidratar.
Pueden aparecer cuando se realiza una actividad física
inapropiada en intensidad y función o mientras se hace ejercicio. Las primeras
se producen porque hay una acumulación de los metabolitos, que provocan dolor e
inflamación, al no haber una suficiente irrigación sanguínea que depure la
zona. Las segundas sin embargo se deben a la fatiga excesiva de las fibras, que
al acabar el ejercicio ven disminuida su capacidad de relajación. En algunos
casos las contracturas también pueden aparecer de forma residual tras haber
sufrido una lesión grave.
Los dolores musculares son una de las causas más
frecuentes de baja laboral, y es que 7 de cada 10 personas en nuestro país
padece dolores musculares en el puesto de trabajo. En su mayoría afectan a la
espalda y, dentro de esta zona del cuerpo, en el 41,1% de los casos se trata de
un dolor lumbar; en un 26,6% de dolor dorsal y en el 27% de los casos, el dolor
es cervical.
Las contracturas más frecuentes se dan en la zona
cervical y la musculatura de la espalda. No se trata de una lesión grave, pero
puede ser molesta a la hora de realizar actividades cotidianas, al encontrarse
el músculo en constante tensión. Prevención y diagnóstico Lo primero que hay
que hacer para tratar una contractura es prevenirla, y para ello lo mejor es
realizar un buen calentamiento para preparar al músculo antes del esfuerzo en
la actividad física que se va a desarrollar. Una programación progresiva en
intensidad de las cargas también ayudará.. Un buen trabajo de flexibilidad
también evita las contracturas al mejorar la distensión del músculo y facilitar
su recuperación tras el entrenamiento.
El diagnóstico de las lesiones musculares se basa en la
clínica, fundamentalmente en la sintomatología, especialmente en la anamnesis
del mecanismo de la lesión y en la exploración física.
Los estudios de imagen mediante la ecografía
musculoesquelética y la resonancia magnética (RM) son complementarios, a pesar
de que cada vez pueden ser más útiles a la hora de confirmar un diagnóstico y
sobre todo emitir un pronóstico. Lesiones musculares Las lesiones musculares se
clasifican de forma clásica en extrínsecas (directas) o intrínsecas
(indirectas):
• Las lesiones extrínsecas, por contusión con el
oponente o con un objeto, se clasifican según la gravedad en leves o benignas
(grado I), moderadas (grado II) y graves (grado III). Pueden coexistir con
laceración o no.
• Las lesiones intrínsecas, por estiramiento, se
producen por la aplicación de una fuerza tensional superior a la resistencia
del tejido, cuando éste está en contracción activa (contracción excéntrica). La
fuerza y la velocidad con que se aplica la tensión son variables que modifican
las propiedades viscoelásticas del tejido, cambiando la susceptibilidad a la
rotura. También pueden influir la fatiga local y la temperatura tisular.
Las fases en la evolución de las lesiones para alcanzar
la curación son:
1. Fase de inflamación.
2. Fase de degeneración/vascularización.
3. Fase de proliferación celular y producción de la
matriz extracelular.
4. Fase de maduración/modelación. Inmediatamente
después de un traumatismo, existe una fase de inflamación, como respuesta
natural a la lesión, la duración temporal de esta fase varía dependiendo de los
tejidos implicados, tipo e intensidad de la lesión, edad del deportista, etc.
Casi al mismo tiempo y parcialmente solapada a ésta,
empieza la fase de degeneración/vascularización, donde se produce un aumento de
la angiogénesis y empiezan a llegar todos los mediadores de la respuesta
inflamatoria al foco de la lesión. A continuación empieza la fase de
estimulación celular, de células madres, fibroblastos… para aumentar la
producción de matriz extracelular, soporte tisular y colagenización.
Finalmente
sucede la fase de remodelación y maduración tisular, aquí se produce la adaptación
de los tejidos a los requerimientos biomecánicos, eliminando el tejido
producido en exceso y se alinean las fibras y la resistencia del tejido a las
líneas de fuerzas a las que es sometido.
En CISIG by Dra. Inma González tratamos las
contracturas musculares desde el punto de vista micronutricional mediante dieta
alcalinizante, Terapia Neural, Indiba y Osteopatía según la etiología y
caso concreto.
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