lunes, 4 de septiembre de 2017

Osteopatía en contracturas musculares

Tratamiento de contractura musculares:

Contracturas musculares: la lesión del Siglo XXI


Introducción Hoy en día, ¿alguien sería capaz de decir que no ha padecido dolor en alguna parte de su cuerpo? ¿Quién podría decir que nunca ha sufrido una contractura muscular? Seguramente nadie respondería de forma afirmativa a estas preguntas, o serían muy pocos aquellos que lo harían, y es que las contracturas musculares junto con el estrés, se han convertido en el mal del siglo en el que vivimos.

Una contractura es la contracción continuada e involuntaria de un músculo y sus fibras. Mientras las fibras de un músculo normal se contraen y se relajan, cuando aparece una contractura, todas o parte de las fibras del músculo sufren una contracción involuntaria mantenida en el tiempo.

Se manifiesta como un abultamiento, más o menos marcado según la región anatómica, de la zona, que implica dolor y alteración del funcionamiento normal del músculo. Esto impide que la sangre llegue a las células musculares y se acumulen sustancias derivadas del metabolismo celular alterado, lo que produce que se envíen señales al cerebro que manifiestan como dolor.

Las contracturas musculares suelen presentarse en deportistas, en personas con musculatura débil y también en aquellos que llevan cargas pesadas en desequilibrio. Otros factores desencadenantes son la fatiga, la depresión, el estrés, un tono muscular deficitario, la hiperactividad con tono muscular excesivo, los traumatismos y accidentes. Para evitar estas contracturas, antes del esfuerzo se recomienda calentar, estirar e hidratar.

Pueden aparecer cuando se realiza una actividad física inapropiada en intensidad y función o mientras se hace ejercicio. Las primeras se producen porque hay una acumulación de los metabolitos, que provocan dolor e inflamación, al no haber una suficiente irrigación sanguínea que depure la zona. Las segundas sin embargo se deben a la fatiga excesiva de las fibras, que al acabar el ejercicio ven disminuida su capacidad de relajación. En algunos casos las contracturas también pueden aparecer de forma residual tras haber sufrido una lesión grave.

Los dolores musculares son una de las causas más frecuentes de baja laboral, y es que 7 de cada 10 personas en nuestro país padece dolores musculares en el puesto de trabajo. En su mayoría afectan a la espalda y, dentro de esta zona del cuerpo, en el 41,1% de los casos se trata de un dolor lumbar; en un 26,6% de dolor dorsal y en el 27% de los casos, el dolor es cervical.

Las contracturas más frecuentes se dan en la zona cervical y la musculatura de la espalda. No se trata de una lesión grave, pero puede ser molesta a la hora de realizar actividades cotidianas, al encontrarse el músculo en constante tensión. Prevención y diagnóstico Lo primero que hay que hacer para tratar una contractura es prevenirla, y para ello lo mejor es realizar un buen calentamiento para preparar al músculo antes del esfuerzo en la actividad física que se va a desarrollar. Una programación progresiva en intensidad de las cargas también ayudará.. Un buen trabajo de flexibilidad también evita las contracturas al mejorar la distensión del músculo y facilitar su recuperación tras el entrenamiento.

El diagnóstico de las lesiones musculares se basa en la clínica, fundamentalmente en la sintomatología, especialmente en la anamnesis del mecanismo de la lesión y en la exploración física.

Los estudios de imagen mediante la ecografía musculoesquelética y la resonancia magnética (RM) son complementarios, a pesar de que cada vez pueden ser más útiles a la hora de confirmar un diagnóstico y sobre todo emitir un pronóstico. Lesiones musculares Las lesiones musculares se clasifican de forma clásica en extrínsecas (directas) o intrínsecas (indirectas):

• Las lesiones extrínsecas, por contusión con el oponente o con un objeto, se clasifican según la gravedad en leves o benignas (grado I), moderadas (grado II) y graves (grado III). Pueden coexistir con laceración o no.
• Las lesiones intrínsecas, por estiramiento, se producen por la aplicación de una fuerza tensional superior a la resistencia del tejido, cuando éste está en contracción activa (contracción excéntrica). La fuerza y la velocidad con que se aplica la tensión son variables que modifican las propiedades viscoelásticas del tejido, cambiando la susceptibilidad a la rotura. También pueden influir la fatiga local y la temperatura tisular.

Las fases en la evolución de las lesiones para alcanzar la curación son:
1. Fase de inflamación.
2. Fase de degeneración/vascularización.
3. Fase de proliferación celular y producción de la matriz extracelular.
4. Fase de maduración/modelación. Inmediatamente después de un traumatismo, existe una fase de inflamación, como respuesta natural a la lesión, la duración temporal de esta fase varía dependiendo de los tejidos implicados, tipo e intensidad de la lesión, edad del deportista, etc.
Casi al mismo tiempo y parcialmente solapada a ésta, empieza la fase de degeneración/vascularización, donde se produce un aumento de la angiogénesis y empiezan a llegar todos los mediadores de la respuesta inflamatoria al foco de la lesión. A continuación empieza la fase de estimulación celular, de células madres, fibroblastos… para aumentar la producción de matriz extracelular, soporte tisular y colagenización.





 Finalmente sucede la fase de remodelación y maduración tisular, aquí se produce la adaptación de los tejidos a los requerimientos biomecánicos, eliminando el tejido producido en exceso y se alinean las fibras y la resistencia del tejido a las líneas de fuerzas a las que es sometido.
En CISIG by Dra. Inma González tratamos las contracturas musculares desde el punto de vista micronutricional mediante dieta alcalinizante, Terapia Neural, Indiba y Osteopatía según la etiología y caso concreto.


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