Probióticos, esos nuestros pequeños amigos
Cuántas mujeres no han tenido algún episodio a lo largo de su vida de candidiasis vaginal?
Para cuántas no ha sido un verdadero problema porque se ha cronificado y hecho resistente al tratamiento? Cuántas no se han llegado a sentir “sucias “ o “culpables” poniendo en duda sus prácticas sexuales o haciendo que los molestos y continuos tratamientos los alejaran de ellas.
La candidiasis vaginal es una infección por hongos que afecta a la mucosa genital, pero no suele ser un hecho aislado, suele afectar también al intestino y de aquí pasar a la vagina. Suele ocurrir por desequilibrios de nuestra flora intestinal, aunque esto no nos lo haya dicho el médico. También en personas inmunodeprimidas o tras largos tratamientos con antibióticos.
El caso es que la cándida es un hongo que vive en simbiosis con nosotros en piel y mucosas, pero al producirse una disbacteriosis intestinal se hace patógena. Cuando se rompe el equilibrio entre las bifidobacterias y los bacteroides a nivel de la mucosa intestinal y se rompe del ph ácido a nivel de intestino grueso y de la mucosa vaginal. El mayor porcentaje corresponde al bacilo de Döderlein, responsable de la conservación de la acidez vaginal (Ph
normal entre 3.8 a 4.5). La mucosa vaginal está compuesta además por Streptococcus viridans, Staphylococcus albus, difteroides, hongos y bacterias anaerobias en proporción de 5:1 con respecto a las aerobias. Cuando el equilibrio se rompe y el ph de la mucosa vaginal se alcaliniza (5.5 a 6.8) el bacilo de Döderlein deja de ejercer su función protectora y la cándida álbicans
se hace patógena, pudiendo llegar a producir una serie de trastornos a nivel orgánico en varios sistemas:
1) Afectar al equilibrio de la flora intestinal anulando a las bifidobacterias y lactobacilus, provocando problemas de digestión, mal aliento, flatulencias, hinchazón abdominal, irregularidad de las defecaciones, irritaciones y prurito anal, molestias hemorroidales y colon irritable.
2) A nivel de la mucosa oral puede causar aftas bucales dolorosas y estomatitis.
3) A nivel de mucosa vaginal molestias con urgencia al orinar, prurito y escozores.
4) A nivel de la piel “picores generalizados”, pié de atleta e infecciones en uñas.
5) Las toxinas producidas por la cándida pueden depositarse en articulaciones y dar dolor y rigidez articular, incluso artritis.
6) Si las toxinas de cándidas pasan a circulación pueden llegar a afectar al cerebro y sistema nervioso, donde pueden reaccionar con el neurotransmisor Dopamina y provocar desarreglos mentales y emocionales como depresión, ansiedad, irritabilidad, variaciones del estado de ánimo, sensación de rechazo e incluso pérdida de la autoestima.
7) Puede afectar a las funciones hormonales dando lugar a molestias premenstruales, irregularidad en la menstruación, dolores menstruales, trastornos con la menopausia, infertilidad y endometriosis. La cándida posee en su membrana receptores para las hormonas, así si la progesterona se liga a la cándida, nunca podrá llegar a su destino. También puede la cándida desencadenar procesos autoinmunes, produciendo anticuerpos contra las hormonas propias y contra el tejido ovárico. Y afectar a nivel metabólico la síntesis de prostaglandinas, básicas para la formación de hormonas.
8) A nivel inmunitario puede ser causa de intolerancias y alergias alimentarias y liberar histamina (de ahí los picores)
En realidad una mujer afectada por cándidas puede estar afectada a nivel mutisistémico y levantarse cansada todas la mañanas y fatigarse al mínimo esfuerzo.
El equilibrio de la flora intestinal es básico para inhibir el crecimiento de la Cándida álbicans a nivel de mucosas intestinal y vaginal.
Este equilibrio no es insensible a la edad y el cambio hormonal de la menopausia lo rompe con más facilidad, ya que al disminuir el nivel de estrógenos se produce una atrofia del epitelio vaginal y disminuye la población de bacilos de Döderlein. El Ph en menopausia de la mucosa vaginal es de 7.
Los probióticos representan la primera línea de defensa para prevenir y tratar la Candidiasis vaginal, son básicos los Lactobacillus acidofilus y los bífidus.
Pero además debemos modificar los hábitos alimentarios:
Evitar los azúcares refinados (azúcar blanco, bollería), evitar hidratos de carbono refinados (pan blanco, pasta) y algunas frutas muy dulces (higos, dátiles). Toma más yogur y Kéfir, que pueden administrarse vía oral o vaginal!
© Dra. Inma González para ella y el abanico
Tel. 934198676
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